Sin lugar a dudas estamos viviendo días de infarto. A decir verdad, el que lleve algún tiempo ya en el negocio de la automatización en España sabrá que cíclicamente vienen temporadas duras. No obstante, en esta ocasión, no es por falta de trabajo. Demanda hay, pero nos faltan los recursos para atenderla y ciertamente es frustrante para todos.
Por si fuera poco, estos días difíciles se han convertido en semanas y luego en meses. Cada noticia que lees, cada cotilleo de mercado que escuchas o cada post que publican los que saben de esto no viene a alegrarnos precisamente. Parece que la tendencia es a peor o cuanto menos que tendremos que estar así bastantes meses más.
Además, como si faltaran invitados a la fiesta, la crisis de los contenedores no hace más que poner sal en la herida, ayudando a que los precios se vayan de madre otro tanto.
Menudo escenario… y en medio de él, ahí estamos todos los eslabones de la cadena. Fabricantes de componentes, distribuidores, vendedores, responsables de atención al cliente, ingenieros, jefes de producción, SAT, miembros del departamento de compras y un largo etcétera. Todos nerviosos, todos soportando una mayor carga de trabajo y presión ante una crisis sobrevenida.
Señoras, señores, es lo que hay.
Dicho esto, no voy a entrar en la reflexión operativa. Cada uno en su parcela se está adaptando lo mejor posible para minimizar el impacto y consecuencias de esta situación.
No obstante, sí quisiera que fuera generalizado el ejercicio de empatía que de hecho veo en muchos de mis interlocutores. Al fin y al cabo todos tenemos un objetivo común. Como decía Hannibal Smith, a todos nos encanta que los planes salgan bien. Por decirlo de algún modo, nadie quiere ser un palo en la rueda ni ser portador de malas noticias.
Es por eso que lo mejor para no agravar una situación ya de por sí complicada, es ponerse en el lugar del otro y hacer frente común para intentar buscar soluciones. Si tu cliente te mete presión por recibir un componente, entiende que tiene máquinas por sacar que suponen mucha facturación y por tanto tienen un importante impacto en su empresa (y por extensión en las personas que allí trabajan). Haz lo que esté en tu mano para buscar alternativas y soluciones.
Si tu proveedor te da un mal plazo, entiende que no es por capricho. Si se desdice y retrasa una entrega confirmada, ten en cuenta que eso es exactamente lo que le ha hecho a él su suministrador o fábrica, que a su vez será una iteración en cadena de un retraso en un componente primario ajeno a nuestro control. Y sí, a éste también le afecta en el bolsillo.
Siempre habrá algún especulador intentando sacar tajada y algún déspota exigente que no avenga a razones, pero por suerte serán los menos.
Años en el negocio me han hecho comprobar que la mayoría somos gente “normal”, cada uno de su padre y de su madre, pero “normales”. Las relaciones suelen ser fluidas y con el paso del tiempo incluso amistosas, estableciéndose lazos que van algo más allá de lo estrictamente profesional. No lo estropeemos por una coyuntura pasajera.
A todos ellos, a los “normales”, es a los que les pido el ejercicio de empatía. Para que mañana o pasado mañana, cuando todo vuelva a su cauce, nos podamos tomar un café tranquilos recordando estos días y rememorando los esfuerzos que hicimos para salir lo mejor posible del atolladero.
Hasta entonces, si tienes un problema en el que yo pueda intentar ayudar, dímelo. Al menos eso te lo garantizo, intentaré ayudar.
Saludos!!!